sábado, 26 de noviembre de 2011

El euskera en las alusiones léxicas, onomásticas y toponímicas en Antioquia


El euskera en en lenguaje común de los antioqueños

Citando al estudioso de la lengua vasca José Miguel Ramírez podemos encontrar algunas relaciones léxicas que el lenguaje popular antioqueño tiene con el euskera.

“Los antioqueños hablan español y no euskera, claro, pero el habla antioqueña observada de cerca, tiene sabor vasco, tan vasco como el sabor de nuestros fríjoles acompañados con carne de cerdo. Son de origen vasco los vocablos ‘ama’ ( mamá ), ‘coscorria’ ( inservible, inepto ), y ‘canilla’ ( grifo ), por nombrar solo algunos son de origen vasco, pues fueron traídos a estas cordilleras, por vascos bilingües, forzados a hablar castellano para poder hacerse a la mar, o bien avergonzados de su lengua materna movidos por prejuicios sin fundamento que imperaban en aquellos tiempos de la colonia, y que desgraciadamente perviven entre muchos vascos aún en nuestros días. También es vasca nuestra pronunciación, por ejemplo, nuestra ‘s’ apicoalvelar tan marcada y nuestra ‘ll’ africada, y no nos olvidemos de la aversión a ciertas erres iniciales de nuestros campesinos: arrecostarse, arrecoger, arrecordarse, en lugar de recostarse, recoger, recordarse, etc.”

Muchas de estas palabras son empleadas comúnmente por otras regiones de España o incluso en Hispanoamérica, no obstante, no es desdeñable referirse a ellas dado que presentan alguna similitud con el euskera. Por tal razón, conviene citar otras palabras que se pueden añadir como un posible ejemplo del sustrato vasco en Antioquia, las cuales serían:

1  Arre: relacionado con arriero
2. Arrequín, Arrekin
a.       (Hispam.) m. Persona que está siempre al lado de otra para ayudarla o acompañarla.
b.      (Hispam.) Animal que guía la recua.
3. Charro
4. Copete
5. Coscorrón
6. Carcacha
7. Ñarria: (Del vasco narria.) En Antioquia se emplea de manera despectiva para denotar a una persona desatinada. El término pudo derivar de algo pesado, desatinado, entre otras. Lo distintos significados para Ñarria serían:
a.       Cajón o escalera de carro, a propósito para llevar arrastrando cosas de gran peso.
b.      (Familiar, sentido figurado): Mujer gruesa y pesada, que se mueve con dificultad.
c.       (Familiar, sentido figurado): Mujer que por llevar muchos guardapiés iba hueca y abultada.
8. Maqueto, Maqueta (del vasco Maketo): en Antioquia es frecuente emplear el término para aludir a alguien que hace las cosas mal, alguien inepto.

Por otro lado, existen en castellano palabras que pueden tener sus raíces en el euskera, las cuales son asiduas en el habla antioqueña, entre ellas podemos citar: Alud, Aquelarre, Arroyo, Ascua, Becerro, Bizarro, Boina, Chaparro, Charro, Chatarra, Chispear, Garrapata, Izquierda, Pestaña, Pizarra, Socarrar, Vega, Zanca, Zorra, Zurdo, Zurrón.
Así mismo, otras palabras que en castellano pudieran tener alguna raíz vasca podrían ser: Chiquito; Galápago, Gazapo, Madroño, Manteca, Maraña, Mochila, Muérdago, Parra, Parranda, Sapo, Sarna, Sarro, Urraca, Vasco, Vizcaíno, Barranca, Barro, Bayoneta, Chaparrón, Charco.
Lo anterior para hacer notorio el hecho de que por algún motivo en nuestra cotidianidad hemos pronunciado alguna palabra que tienen un origen remoto en el euskera, sin siquiera imaginarlo.


El euskera en los apellidos antioqueños

Los apellidos euskaros son muy prolíferos en Antioquia, lo cual nos haga pensar que son apellidos típicos antioqueños, ignorando de este modo que se tratan de apellidos que tienen un origen etimológico en euskera. Algunos de los más comunes son los que a continuación se presentan:

Aguirre ← agirre ← ager(i), manifiesto, patente.  
Alzate ← alza, aliso + ate, paso, lugar.
Amézquita ← amezketa ← amez, carballo, quejigo + keta, abundancia: apellido
Ancízar ← anzi, fango + zu, abundancia.
Anzoátegui ← anzoategi ← Anzo, Sancho + tegi, lugar.
Apráez ← apraiz ← Aper, Aper, nombre de persona + –iz, –ez (genitivo lat.).
Arana ← aran, valle + –a, el (artículo).
Aranguren ← aran, valle + guren, límite.
Arbeláez ← arbelaiz ← arbel, pizarra + aiz, peña.
Arce ← arze, pedregal.
Argáez ← argaiz ← arri, piedra + gaiz, enorme.
Aristizábal ← areiztizabal ← areiz, roble + zabal, ancho, plaza.
Arizabaleta ← areizabaleta ← areiz, roble + zabal, ancho, plaza + eta, abundancia.
Arizmendi ← ariz, roble + mendi, monte.
Arrieta ← arri, piedra + eta, abundancia.
Arroyabe ← arroia, arroil, desfiladero + behe, suelo, parte inferior.
Arroyo ← arroia, arroil, desfiladero ← arrugia, mina de oro ← rugia, canal, riachuelo.
Ayala ← aia, declive.
Barreneche ← barrenetxe ← barren, extremo inferior + etxe, casa.
Berrío ← berri, nuevo + –o (suf. adj.).
Bolívar ← bolibar ← bol, molino + ibar, vega.
Borda ← borda, caserío.
Caicedo ← Kaizedo, pueblo vasco.
Carvajal ← carvajo ← carba ← karba, roble.
Chávez ← etxebe ← etxe, casa + behe, suelo, parte inferior.
Cortázar ← kortazar ← korta, establo + zahar, viejo.
Duarte ← d, de (lat.) + uarte, confluencia de ríos.
Durango ← Turanko, nombre de persona.
Echandía ← etxeandia ← etxe, casa + handi, grande.
Echeverri ← etxaberri ← etxe, casa + berri, nuevo.
Elejalde ← eleizalde ← eleiz, iglesia + alde, lado.
Erazo ← era, ? + zo, abundancia.
Esguerra ← ezkerra ← eskerra, zurdo.
Esquibel ← eskibel ← es, peña + gibel, parte posterior.
Galarza ← galar, leño + za, abundancia.
Gamarra ← gamarra ← gamarra, correa para amarrar el caballo.
Garay ← garai, granero.
García ← Garzia, nombre de persona.
Garnica ← garnika ← gar, ? (vas.) / garn, ? (íb.) + ika, finca (cel.).
Gaviria ← gabiria ← gabi, mazo + –iri, cerca.
Guevara ← Gebala, población vasca.
Ibarra ← ibar, vega.
Iriarte ← iri, villa + arte, espacio.
Isaza ← isasa, retama.
Izaguirre ← aizagirre ← aiz, viento + ager(i), manifiesto, patente.
Jaurégui ← jauregi ← jaur, jaun, señor + egi, lugar.
Loyola ← loiola ← loi, lodo + ola, cabaña.
Maturana ← Matur, nombre de persona + ana, villa.
Mendieta ← mendi, monte + eta, abundancia.
Mendoza ← mendi, monte + oza, frío.
Mojica ← moj, ? (vas. / cel.) + ika, finca (cel.).
Muñoz ← Mun, nombre de persona + –oz (sufijo patron.).
Navas ← nava ← naba, llanura.
Ochoa ← Otxoa, nombre de persona ← otso, lobo.
Olave ← olabe ← ola, cabaña + be, suelo.
Olano ← ola, cabaña + –no, –ito (suf. dim.).
Orozco ← orozko ← oroz, ? + ko, lugar.
Ortega ← elortegi ← elor, espino + tegi, lugar.
Ortiz ← Orti, nombre de persona + –iz, –ez (genitivo lat.).
Ospina ← ozpin, vinagre.
Otálora ← ota, brezo + lora, flor.
Rentería ← errenteria, aduana.
Ricaurte ← rekaurte ← errek, arroyo + arte, espacio.
Salazar ← sala, casa + zahar, viejo.
Saldarriága ← zaldi, caballo + arri, piedra + aga, lugar.
Sarasola ← sarats, sauce + ola, cabaña.
Solarte ← solo, campo + arte, espacio.
Suescún ← sueskun ← sues, ? + gune, lugar.
Upegui ← upegi ← upa, barril + gi, casa.
Uribe ← uri, villa + behe, suelo, parte inferior.
Urquijo ← urkizo ← urki, abedul + zo, abundancia.
Urrea ← urri, avellana.
Useche ← usaetxe ← uso, paloma + etxe, casa.
Vargas ← varga ← *barga, campo inundado, pendiente de una cuesta.
Vega ← *baika, llano, llanura.
Velandia ← belaundia ← belar, cuervo + handia, grande.
Velasco ← belasko ← belar, cuervo + –sko, sufijo afectivo.
Vergara ← bergara ← berga ?
Zabala ← zabal, ancho.
Zuleta ← zulo, cueva + –eta, suf. de lugar.
Zuluaga ← txuloaga ← txulo, hueco + aga, lugar.

Toponimias vascas en el territorio antioqueño

La toponimia vasca se hace evidente en toda la geografía, topografía, hidrografía y accidentes físicos en Antioquia. Vale la pena aclarar que la mayoría de estos corresponden a apellidos de colonos vascos que se asentaron en estas tierras y dejaron familias.
Con estos apellidos se denominan plazas, veredas, corregimientos, pequeños municipios, pero también sitios, haciendas, quebradas, cerros, ramales, lomas, cuchillas, serranías, páramos, picos, boquerones, altos, mesetas, arroyos, ríos, caños, cañadas, ciénagas, lagunas, parajes, lugares, brazos y playones fluviales, puertos, puntas costaneras, bahías entre muchas otras que tienen apelativos tales como: Araos, Aldana, Aguirre, Arteaga, Arango, Bedoya, Berrio, Cano, Echeverri, Heredia, Barreneche, Alzate, Aránzazu, Gamarra, Gaviria, Isaza, Londoño, Marulanda, Ochoa, Ormaza, Orozco, Ospina, Salazar, Uribe, Ibarra, Mendoza, Mondragón, Múgica, Munguía, Oquendo, Orozco, Pamplonita, Peralta, Roncesvalles, Salazar, Samaniego, Vergara, Viana, Vizcaya, Zárate, Zúñiga.
En relación a los vascos universales tenemos plazas de San Ignacio de Loyola y otras plazas, calles y barrios que recuerdan los apelativos de algunos prohombres de origen vasco como Aguinaga, Aránzazu, Arbeláez, Alzate, Avendaño, Berrío, Bolívar, Echeandía, Olaya y Urdaneta.
Entre los pueblos y ciudades tenemos algunos que toman apellidos vascos como: Ciudad Bolívar, Puerto Berrío, Villa Arteaga (en Uraba), Marulanda, Caicedo, Aranzazu y Olaya, entre otros. A esta lista podríamos agregar Roncesvalles que, aunque fue castellanizado pues su forma euskerica sería Orreaga, es de clara inspiración del paisaje vasco-pirenaico como lo anota Francisco de Abrisqueta diciendo: “A este Roncesvalles lo crearon colonos antioqueños de alta montaña, en 1925. Encontraron similitud entre el bravío paisaje andino que tenían delante y las descripciones pirenaicas, «y lo llamaron Roncesvalles, a iniciativa de una de las familias establecidas allí, que era muy dada a distraer sus ocios leyendo las historias de Carlo Magno y sus doce pares», según se lee en la historia de este municipio tolimense.”
Como el anterior varios sitios menores en Antioquia fueron bautizados con apelativos vascos algunos derivados de topónimos existentes en las provincias vascas, tal es el caso de la familia Echavarría la cual a una de sus fincas puso por nombre “Villa Markina” en honor a la villa de donde tiene origen su apellido vizcaíno. También sabemos que otra de las propiedades adquiridas por el industrial Alejandro Echavarría recibió el nombre de “Casa Vizcaya”.
Con el ejemplo anterior observamos que algunas toponimias vascas esparcidas por todo el territorio antioqueño tomaron los apellidos de sus antiguos moradores, mientras que otras por el contrario fueron bautizadas de manera intencional por sus propietarios con términos de lugares existentes en los territorios vascos. 

Referencias léxicas del euskera en Antioquia

En algunos inmigrantes vascos que hicieron presencia en Antioquia durante el siglo XX se evidencian sus conocimientos del euskera, un claro ejemplo de ello es el caso del navarro Luis Zulategi, un dedicado estudioso e impulsor del euskera en su círculo de activistas vascos que tenían una red desde México hasta Argentina. Así mismo, en otros inmigrantes vascos se pueden observar que no sólo poseían conocimientos del euskera, sino que lo aplicaron en su entorno, por ejemplo, bautizando con nombres compuestos en euskera sus sitios de residencia. Ilustrando esta condición tenemos los casos de sos familias vizcaínas como los Arriola que bautizaron a su finca ubicada en el municipio de La Estrella con el nombre euskaro de Izarmendi izar, estrella + mendi, monte y los Mateos que en su residencia en Medellín pusieron la inscripción “gure etxe” ← gure, nuestra + etxe, casa y “leku eder” ← leku, sitio + eder, precioso. De igual forma esta costumbre se puede observar en algunos antioqueños de origen vasco como por ejemplo Liborio Echavarría Vélez quien también demuestra sus conocimientos en euskera al llamar a su casa de campo Echegorri eche, casa + gorri, roja, en efecto, esta residencia ubicada en el Picacho estaba construida en madera y pintada de rojo.
En la literatura podemos observar a otros antioqueños dejaban en su obra pinceladas del euskera como por ejemplo el poeta León de Greiff, quien solía emplear palabras en euskera referentes a personajes como Aldecoa alde, al lado + koa, el de (lugar). Este fue un personaje usado en la obra de León el cual estaba caracterizado como vasco nacido en Azpeitia y con conocimientos del euskera.
También en referencia a la literatura podemos encontrar a Juan Antonio Irazusta quien fue un escritor exiliado vasco que migró inicialmente al territorio antioqueño junto a su hermano Jesús, no duró mucho tiempo su estadía en Antioquia, sin embargo, tiempo después cuando se encontraba en Argentina escribió una obra en euskera llamada “'Bizia garratza da” en la que se pueden encontrar referencias al paisaje antioqueño. 
De igual forma el poeta Carlos Edmundo Mejía demuestra su inquietud hacia el euskera al emplear como seudónimo el nombre de Ciro Mendia ← mendi, monte + –a, el (artículo), por esta razón el vasco Miguel de Zulategi se refería al poeta Ciro como “el monte” que es la traducción al castellano de la palabra euskerica Mendia.
La toponimia y léxico del euskera han viajado desde los montes pirenaicos hasta lugares remotos de América, por eso causa curiosidad encontrar etimologías del euskera un idioma tan antiguo en el actual territorio antioqueño. Autor:

Autor: Jon Ricaurte

lunes, 10 de octubre de 2011

LA TRAVESÍA DEL PROGRESO Y EL OCASO DE LOS ESCENARIOS DEPORTIVOS PARA LA PRÁCTICA DE LA PELOTA VASCA EN ANTIOQUIA,

Frontón de Pelota en América
Resulta inevitable iniciar este primer párrafo lanzando la pregunta sobre si el juego de pelota vasca se practicó en Medellín y en Antioquia? Sorprende saber que con este interrogante la mayoría de los antioqueños responderían de forma unánime con la pregunta qué es pelota vasca?

Ahora bien, sucede que en la cotidianidad también conviven esas prácticas subyacentes que se tornan anónimas, inéditas y fútiles a la vista de las mayorías, más todavía cuando sus vestigios y ruinas son borrados para darle paso al progreso, a lo masificado. Aunque sean poco valoradas por la cultura de masas y poco atendidas por los medios masivos, aunque no pervivan físicamente salvo por alguna de sus ruinas o recuerdos de algún testigo, no podemos negar que estos vestigios están o estuvieron algún día allí, cohabitando con otras prácticas más profusas, persistiendo y dejando huellas.

Estamos hablando del juego de pelota vasca un deporte, tradición o hobby que desde un principio no fue muy popular en Antioquia y que perduró gracias a la terquedad de algunos de sus partidarios. Hoy, pese a que aquellos vestigios subyacen bajo los edificios que dieron paso al progreso, son una clara evidencia de que la pelota de mano tuvo en Antioquia espacios dedicados a su difusión y desarrollo, al igual que adeptos y practicantes.

En el continente americano la pelota vasca ya tenía una larga tradición que se remonta a épocas coloniales, en especial, encontró gran difusión y popularidad en el siglo XIX y XX precisamente con los inmigrantes españoles y vascos que migraron en masa hacia varios puntos del continente, entre ellos, México, Cuba y los países del cono sur.

Frontón Jai Alai, Foto: El Industrial
En Antioquia se estima que la pelota vasca fue introducida a principios del siglo XX por inmigrantes vascos, muchos de ellos religiosos, que eran seguidores del tradicional juego importado desde los pirineos. Uno de los primeros espacios desarrollados para este deporte en los primeros días del siglo XX fue el “Frontón de Jai Alai”, ubicado en los terrenos del sector de Guayaquil. Sin embargo, este deporte no tuvo buena acogida y en pocos años desapareció, tanto que pasada la primera década de este siglo los terrenos del “Frontón Jai Alai” se utilizaron para realizar competiciones y espectáculos, sirviendo además como velódromo, hipódromo y autódromo, entre otros. Al cabo de un tiempo cuando su gerente el señor Gustavo Restrepo reportaba inviable la empresa, de esta forma el “Frontón Jai Alai” fue clausurado en 1917 para dar paso al progreso. El sonoro nombre del que quizás hubiera sido el primer frontón establecido en Antioquia, desapareció para siempre cuando el empresario Coroliano Amador dio inicio al proceso de urbanización de esta importante y céntrica zona de Medellín.

Unos años antes, en 1914 otro frontón se construyó en el Campo Deportivo de Miraflores, este espacio deportivo estuvo ubicado en las colinas de Medellín en el actual barrio Buenos Aires. Fue construido por los jesuitas del Colegio San Ignacio de Loyola por la necesidad de un espacio donde poder desarrollar las actividades lúdicas y deportivas de esta institución. No es raro que en este complejo deportivo se instaurará un frontón para el juego de pelota vasca dado la concentración de jesuitas vascos que hacían presencia en esta comunidad, de hecho, Luis Jáuregui, un vasco exiliado a Cuba en la última Guerra Carlista, vino a Antioquia en 1886 para participar como fundador y director de dicho colegio jesuita en Medellín.

Como Jáuregui otros jesuitas vascos participaron en este establecimiento como profesores y directores, educaron a una buena parte de los antioqueños e implantaron elementos de su cultura en el colegio y en la sociedad antioqueña en general, entre otros tenemos el uso de la boina vasca, las danzas vascas, el euskera y por supuesto el juego de pelota vasca que en el San Ignacio mantuvo su práctica hasta la década de 1970.

Iván Darío Vélez Atehortúa, pelotari.
Foto Archivo EL COLOMBIANO
Entre los practicantes de este deporte en el colegio San Ignacio de Loyola de Medellín podemos encontrar a Mariano Ospina, quien tiempo después se convirtió en presidente de la República, Ospina en los recreos solía jugar a la pelota vasca en el colegio haciéndola rebotar contra un muro destartalado. También encontramos a Iván Darío Vélez Atehortúa, nacido un 19 de agosto de 1935 en Medellín, quien afirmó haber jugado a la pelota de mano o pelota vasca en esta institución. Lo hizo de forma aficionada pues se graduó como medico en la Universidad de Antioquia y se convirtió en uno de los fundadores y director del Hospital Pablo Tobón Uribe ubicado en la ciudad de Medellín

Por ello podemos observar que el deporte de pelota vasca en Medellín y Antioquia no se desarrolló a nivel profesional, sino que se practicó dentro de las actividades físicas de los colegios. Tal como sucedió en la Institución Educativa Monseñor Ivan Cadavid Gutiérrez, ubicada en el municipio antioqueño de Urrao. Aunque se desconocen su filiación con lo vasco, se sabe que en dicha institución existió un frontón donde se practicó la pelota vasca. Lo anterior es tomado de la referencia que en este colegio se hace sobre la pelota de mano, al afirmar que: “El jai-alai o pelota vasca, fue otra de las variadas actividades de nuestra unidad deportiva; esta cancha junto con el circo de toros, el tenis y el parque infantil fueron derrumbadas mas tarde para emplear sus materiales en otras “obras de progreso””.

Lamentablemente los vestigios de estos espacios deportivos quedaron sepultados para dar paso al progreso, en el que según parece la pelota vasca no tenía cabida. Hoy en su lugar se erigen edificios y placas deportivas modernas construidas en pro del desarrollo. Aunque el afán por el progreso no fue la única razón por la que los frontones de pelota vasca desaparecieron en Antioquia, entre muchas otras razones para el fracaso de esta práctica deportiva podemos culpar a la fiebre futbolera que se vivió en la primera mitad del siglo XX, la cual acaparó toda la atención de los parroquianos de la bella Villa y de todos los antioqueños, relegando este deporte primero a su marginalidad y después a su olvido.

Autor: John Alejandro Ricaurte


martes, 23 de agosto de 2011

Centro de Estudios Vascos de Antioquia / Siguenos en Facebook

En Antioquia, sucedió la otra cara del fenómeno migratorio vasco-navarro: caracterizado porque comenzó con grandes oleadas de inmigrantes desde mediados del siglo XVII y todo el XVIII, su interrumpción durante buena parte del siglo XIX y su retorno en pequeñas oleadas desde finales del XIX hasta hoy en día.

jueves, 21 de julio de 2011

FRASES SOBRE LOS VASCOS EN ANTIOQUIA

Sobre los vascos que llegaron a Antioquia en la colonia

Francisco de Abrisqueta, (1983).
Se ha dicho con razón que los vascos dieron una importante a la riqueza antioqueña que puebla la cordillera central del país, en los departamentos de Antioquia y Caldas. Así lo demuestran los apellidos de tantas familias de la montaña, y la idiosincrasia libre, particularista y tradicional de la sangre de los Aguirre, Alzate, Aranza, Arbeláez, Aristizábal y Arroyave, de los Arrubla, Arteaga, Atehortúa, Avendaño por solo enumerar algunos de los apellidos antioqueños de la primera letra del abecedario.

Luis López de Mesa, (1970).
...Por lo que al inmigrante español, Antioquia le tuvo de buena calidad, del norte de la península en un treinta por ciento mas o menos, con andaluces, castellanos, etc. Ahí fueron gentes de mucha empresa, porque al aislarse en tales desfiladeros, secuestrados del mundo por selvas y lomas abruptas no era aperitivo de pusilánimes.
Esto explica la relativa homogeneidad del pueblo antioqueño en carácter y costumbres: unos centenares de familias, de las cuales más de ciento eran vascongadas, lo formaron en el transcurso de varios siglos.

Livardo Ospina (1967).
Con todos los hidalgueños venidos a este valle, de preferencia vascos, castellanos, extremeños, gallegos, satures, andaluces, en fin montañeses peninsulares.

Fernando González Ochoa (1936 - 1945).
...Esos curas eran vascos fornidos, nobles, corajudos; jamás viles. Quien tomare a mal lo que describo, no entiende lo único bello que ha tenido en humanidad Suramérica: este nido de vascos, Antioquia.

John Alejandro Ricaurte (2008).
¿Qué te une con Euskal Herria? ¿Tienes familia allí?
Mis lazos con Euskal Herria, según parece, son muy antiguos. Lo mismo sucede con casi todos los descendientes de vascos en Antioquia, pues hace ya casi 200 años dejaron de venir masivamente a la región, principalmente por haberse cortado los vínculos coloniales que unían a América y España. Aunque en épocas posteriores vinieron algunos centenares de vascos, éstos no constituyeron una cuantía significativa con respecto al total de la población, como sí sucedió en la era colonial; sin embargo, estos nuevos inmigrantes dejaron obras que bien valen la pena destacar.


Sobre apellidos vascos en Antioquia

Emilio Robledo, (1932).
...No hay menos de un centenar de apellidos del País vasco en Antioquia, cuyos hijos se hallaron como en su propio suelo..., dejaron aquí una dilatada herencia que perdura.

Xavier Santxotena, (2007).
...Un fenómeno que siempre me ha sorprendido es la cantidad de apellidos vascos que hay en este país. En la zona de Medellín principalmente.


Sobre el apellido Aristizábal

Juan Esteban Aristizábal, (2005).

Apellidándote Aristizábal, la txapela vasca te asoma por alguna parte... -Así es. Mis abuelos son todos colombianos, pero descendemos de los vascos que llegaron hace trescientos años a Colombia y se establecieron en Antioquia.

Juan Esteban Aristizábal, (2007).
...Hay cantidad de apellidos vascos por allá. Si vas a Medellín o a la región, sabrás por qué se quedaron: el paisaje es exactamente igual.


Sobre los rasgos que comparten vascos y antioqueños

Joaquín Ospina, (1955).
Hay algo mas parecido al pueblo vasco que el antioqueño?
Que lo digan: el carácter migratorio de sus habitantes, su individualismo feroz, su espíritu de economía y orden, su respeto al padre, su cariño lírico e inasible por la madre, su religiosidad y su alegría por las fiestas del culto. Su fanfarronería más gascona que andaluza, su especialidad en palabras de grueso calibre, en vizcaínos, su tendencia a las apuestas, sus convites campesinos, su capacidad poética y su admiración por las trovas, su belicosidad cuando se les trata en forma áspera, su sensación de personalidad aunque se enmascare en una timidez campesina, su gusto casi vital por el cerdo y sus derivados, su amor casi anatómico a la sensación de libertad. “Lleva el hierro entre mis brazos por que en el cuello me pesa” y en mas que nada se parece al vasco que ha cantado de siglos:
Navarrisco valiente,
Que ni Dios pué con ti,
Y contigo no puede,
Porque Dios te hizo así.
Es el pueblo antioqueño, raza vascongada que va buscando la montaña como la aguja al imán y así va esparciéndose en el territorio patrio, en el abanico de nuestras cordilleras. Con sus docena de hijos, con su tiple y con su hacha, y con su confianza en si mismos, que los hace sentirse estrechos en los lares paternos.


Sobre los rasgos que comparten vascos y antioqueños

Wikipedia, (2008).
Respecto a los vascos, se encuentran semejanzas con los paisas que podrían comprobar la hipótesis de que áquellos hacen parte del ancestro de éstos: son dueños de un espíritu orgulloso y enaltecedor del trabajo duro, poseen un territorio montañoso donde han desarrollado desde siempre trabajos de minería y pastoreo, han alcanzado cierto desarrollo industrial y, en cuanto a la indumentaria, puede notarse la utilización de la boina vasca por parte de los paisas.

Belisario Betancur, (2004).
Yo tengo el honor de exponer puntos de vista de vivencias muy largas, vívidas y vividas en la región de donde yo soy, Antioquia. Allí la población ha estado gradualmente compuesta por gentes descendientes de inmigrantes vascos. De manera que más de un centenar de apellidos corrientes son de inequívoco origen vasco, las costumbres son igualmente, no diré que exactamente trasunto las unas de las otras, pero sí con muchos rasgos similares. Por ejemplo, el ahínco en el trabajo, el apego a la tierra, la religiosidad, el culto de la familia... Y ante todo, el sentido emprendedor, el no arredrarse ante las dificultades sino tomarlas como oportunidades.

Francisco de Abrisqueta, (1985).
Eso del espíritu emprendedor, andariego, fundador, industrioso; eso de la palabra empeñada y la afición al juego; y sobre todo, la religiosidad, la consistencia de la familia y de la alta natalidad, y el empeño autonomista en un marco de montañas pobres y subsuelo rico es exactamente, la descripción real que viajeros, sociólogos y antropólogos han hecho del pueblo vasco.


Sobre la llegada de vascos a las montañas de Antioquia

Luis Miguel de Zulategui, (1950).
Todos los picos y farallones del mundo están repartidos, a partes iguales, entre Euskadi y Antioquia. Vascos y antioqueños tenemos la misma cara, en forma de V. Y para remate, el directorio telefónico de Medellín parece el directorio telefónico de Bilbao: los mismos Londoños, Arangos y Echevarrias…

José Gallego Osorio, (1991).
...encontraron más a su gusto el juego de colinas y ondulaciones de los campos de la Marinilla. Allí encontraron gentes oriundas también de la remota Vizcaya o de Guipúzcoa y Alaba establecidos de tiempo atrás en holgura social y económica.

José Gallego Osorio, (1991).
...Tal vez encontraban en los riscos empinados el recuerdo vivo de sus cumbres y breñas, así como el de sus valles, amplios algunos, angostos y oscuros otros

José Gallego Osorio, (1991).
...Pues Caramanta, indudablemente sin pretenderlo, se concentro una verdadera colonia vasca, a juzgar por la proliferación de los Aguirre, Alzate, Arcila, y Arteaga, de los Arango y Aristizábal, de los Chavarriaga, Echeverri y Galeano; allí los López y Montoya, Obando, Ochoa y Orozco; en Caramanta todo lo Osorio y Ossorio; todo lo Ossa y Salazar: lo Saldarriaga, lo Uribe, lo Valencia; lo Vélez y Zabala.


Sobre el espíritu empresarial antioqueño

Octavio Arismendi, (1966).
Para muchos, la clave de la personalidad cultural del pueblo antioqueño es su ancestro vasco predominante; para otros, el reto del contorno físico en una naturaleza abrupta  y  pobre, complementada con el aislamiento de tres siglos gracias a las poderosas barreras naturales que solo permitieron un débil cordón umbilical con el resto de la República hasta iniciado el siglo XX. Para los demás, lo verdaderamente importante fueron las exigencias de la economía minera que labro el espíritu de aventura, amigo de correr riesgos, el trabajo igualitario, el gusto por las faenas materiales, la necesidad de la asociación de capitales para distribuir el riesgo, etc. No falta quien sostenga que lo ocurrido es simplemente un gran esfuerzo colectivo por demostrar al resto de los colombianos, una cierta superioridad de capacidades, como respuesta al desprecio que en épocas anteriores, ciertos grupos colombianos dominantes, manifestaban por un conglomerado al que juzgaban inferior y retardado culturalmente.


Sobre los gustos musicales que comparten vascos y antioqueños

Luis Miguel de Zulategui, (1940).
...Según Adien Planté, el propio Voltaire definió al pueblo vasco, ascendiente directo del antioqueño, diciendo: “Es un pueblo que, montado a caballo en el pirineo, pasa su vida cantando”. La raza antioqueña, cabalgando sobre los Andes, cruza la vida sin abandonar la lira. Como todos los montañeses de la tierra, domina el suelo bravío entre canciones, se extasía con las armonías y, como todos los pueblos montañeses, ha arrancado a las cortezas de los árboles su chirimía, el instrumento pastoril con que decir a los valles sus cuitas.


Sobre Jesús Arriola

Luis Miguel de Zulategui, (1931).
Orgullo del solar vasco que te vio nacer; digno sucesor de tu tío, el gran maestro Ambrosio Arriola, respetado y admirado hoy mismo en los círculos de la critica, a pesar de la época de decadencia musical en que vivió; dejas bien puesto el nombre de tu patria como artista, y sobre todo como caballero. Tu mejor legado para tus hijos es la enorme responsabilidad que queda sobre ellos, de seguir el ejemplo de tus virtudes cívicas y cristianas, a la vez que la educación que les brindaste, merced a la cual te han honrado e imitado hasta ahora, y seguirán haciéndolo con mayor tesón adelante. 
Y para mi, que en ti tenia al único paisano y amigo confidente, me queda el consuelo de poder contar a la madre patria como sirven y mueren sus hijos fuera de ella, y cuanta es la hidalguía de este pueblo, que así acoge y honra a sus descendientes, los vascos


Sobre Camilo Antonio Echeverry

Juan Camilo Escobar Villegas, (2007).
El origen de su apellido fue motivo para que se asentara por un tiempo, entre la élite intelectual, la idea de que los antioqueños conformaban un grupo aparte porque descendían en su mayoría de los vascos de España.


Sobre Blas de Lezo

Pablo Victoria, (2007)
Lezo era vasco. ¿Hubo muchos vascos en la conquista de América y, luego, en la vida posterior de los virreinatos (comerciantes, soldados, gobernantes, clérigos...)?
-La verdad es que a la pericia navegante de los vascos se debe el mantenimiento del comercio con América por la construcción de buques mercantes y de guerra. Sus marinos fueron destacadísimos en empresas de esta índole, amén de que el departamento (provincia) más próspero de Colombia, Antioquia, se debe a la colonización vasca y a su empuje empresarial.


Sobre los lazos entre Euskadi y Antioquia

Juan José Ibarretxe, (2007).
...es Antioquia, tierra de los vascos también en Colombia y la verdad es que para mí ha sido un honor el cumplir la promesa y ser recibido por su hermano Aníbal Gaviria, gobernador de Antioquia, quien conjuntamente con este pueblo ha dado muestras del cariño que tienen por la sociedad vasca.


Sobre las relaciones entre los gobiernos de Euskadi y Antioquia

Manuel Montero, (2007).
Fue jugosa y completa la visita a Colombia, donde se celebró en particular las "profundas y antiguas raíces que unen a Euskadi y Antioquia".


Sobre el Maiz en Antioquia

Tomás Calderón (1943)
El maíz, en el recóndito proceso de las transmigraciones ha modelado la envergadura regional de sta magna ciudad y en el tropel biológico que avanza por los más ignotos causes de la existencia, participa entonces cada uno de los mínimos gérmenes con misterioso afan de obrero mezclándose solícitos a la formación étnica de algunas ventanas ancestrales abiertas, sin duda, hacia un indómito panorama vasco...”



Luis Miguel de Zulategui, (1950).
Los vascos somos maiceros de allá, de nuestra tierra, y si nos sembramos en la rosa colombiana (como Arriola y yo especialmente), excuso decirle la “maiceritiz” que nos tiene que afectar.
El suelo de Euskadi es helecho y el helecho es la alfombra de Antioquia. Tenemos los vascos nuestras dos arepas, la de miga y la delgada que llamamos borona y talo respectivamente (tela llaman ustedes a la delgada). Maíz es el cultivo de fondo de Antioquia como en Euskadi...


Autor: John Alejandro Ricaurte

miércoles, 20 de julio de 2011

SONSÓN


Autor: Jorge Robledo Ortíz

En el pico más alto de la estirpe procera
“que cree en Don Quijote y reza en Español”,
con la niebla terciada igual que una mulera
casi dentro del cielo se levanta Sonsón.

Es el pueblo que tuvo la catedral más bella
y más íntimamente lacrada con su Dios.
Un día el campanario sintió templar la tierra
y al caer la campana el cielo se cayó.

De este solar salieron con su tiple a la espalda
los másculos pioneros que fundaron en Caldas
esos pueblitos vascos de savia vertical.

Sonsón es una estrella que por salir de día,
se encontró en el Capiro con recuas de arriería
y a sus constelaciones no quiso regresar.

TIERRA BENDITA

Autor: Jorge Robledo Ortiz

Este barro que sueña y esta voz de arriería
Y esta fe en el ancestro y esta espina que canta,
Vienen desde el principio de un humilde alfarero
Que en su taller de coplas modeló la montaña
Para que Antioquia fuera en los labios del nieto
Fresca como la historia de una antigua tinaja.

Soy limo de ese abuelo, onda de su latido,
Vibración de su angustia, su sangre en resonancia;
Soy eco de un pretérito que esta noche ha venido
A desandar recuerdos por “trochas” de nostalgia,
Y a bendecir la tierra donde aprendí de niño
Que los hombres se mueren al pie de su palabra.

Hace ya muchas fechas yo era un tallo descalzo,
Un golpe de la sangre sobre tierra mojada;
Crecía con las manos llenas de viento libre
Y con los ojos altos de luz americana;
Mi corazón se hizo con arcilla del monte
Y por eso mi canto pertenece a mi raza.

A la raza que un día… de un año ya remoto,
Obedeciendo al temple de su ascendencias vasca,
Crucificó imposibles a golpes de mazorcas
Y se tomó los cielos a golpes de plegarias.
El pueblo que yo canto fue el que sembró en la Gloria
El Himno de Epifanio y el Héroe del Bárbula.

Recordemos un poco: Mi ancestro montañero
Viene desde unos viejos de tan severa estampa,
Que ni el mismo Unamuno pudo lucir el garbo
Con el que ellos lucieron el calor de su ruana
Ni hubo tanta hidalguía en los Tercios de Flandes
Ni nobleza más alta en las Cortes de España.

Esos viejos queridos eran hombres sencillos,
Con una mansedumbre de Orden Franciscana.
Antes de que la aurora encendiera los trinos,
Ya iban selva adentro empujando las hachas
Para que el sol pudiera acariciar la orquídea
Y secar las maderas del tiple y de la casa.

El hogar antioqueño, ese templo que tiene
Sus pilares hundidos en cimientos del alma;
Esa casita humilde con fogón de tres piedras
Y geranios con luna al pie de las ventanas;
Esas cuatro paredes que custodian el sueño
Del amor que se duerme al pie de las enjalmas.

La casa de los Viejos, donde por vez primera
Jugamos con el trompo azul de una esperanza;
Ese techo que tuvo calor para los hijos
Y un silencio de abuela para toda nostalgia;
La casa que una noche se quedó sin bambucos
Porque el padre y el tiple emprendieron la marcha.

Perdonad que esta tarde, en la voz del poeta
No derramen sus vinos los lagares del alma.
Mi voz está de luto porque he visto la tierra
Multiplicando cruces en campos de labranza,
Y porque he comprendido que al hablar de alegría
Un nudo de silencios me ahoga la garganta.

De aquel tiempo pasado sólo quedan recuerdos;
Somos distinta arcilla en una misma patria;
Ya en el campo no cantan, de noche, los labriegos,
Ni el ángelus le atrae su paz a las campanas;
Hemos asesinado el corazón del niño
Y estamos arrullando en su lugar las armas.

Mi voz, en esta fecha, no es la voz del poeta;
Es la oración sencilla que envía la montaña;
Para que los hermanos le supliquen al cielo
Un humilde vendaje siquiera de esperanza.
Que Dios os pague el brillo que le dais al poeta.
Ya que el poeta es sólo un átomo de patria.

martes, 19 de julio de 2011

POEMA AL TIPLE

Autor: Jorge Robledo Ortiz

En esa caja de madera frágil, de cintura de mujer y
anatomía de violín maicero, está el proceso anímico
de una raza invencible, de un pueblo nacido para la
grandeza, para la conquista y el triunfo.

Un tiple fue el compañero de nuestros abuelos cuando
se aventuraron en la selva a sembrar caseríos y a descuajar
el porvenir. En sus cuerdas está la historia de todos los maizales
de Antioquia y del Quindío, de los cafetales que crecen a la sombra
de los yarumos y de las chapoleras en flor; de los arrieros de Bolívar
y del Cauca, de Anserma y de Sonsón, de esos hombres
que se enfrentaban al monte y al camino sin otras armas que un
escapulario, un corazón sin miedo y una frente limpia como sus
apellidos de ascendencia vasca.

Por las cuerdas de un tiple descendían los mineros al
socavón para arrancarle a las entrañas de la tierra
el oro para la argolla de la amada y el resplandor
para la custodia de la iglesia campesina.

Un tiple ha sido el consejero inseparable de nuestros
ingenieros. Ellos saben que antes de nivelar el teodolito,
es preciso apretar las clavijas de ese instrumento que
les ha de recordar la buena fe, el cumplimiento, la
responsabilidad y la entereza de unos viejos cuya palabra
valía más que una escritura.

Cuando un tiple suena, el alma tiene temple de virilidad
y las manos que lo rasgan son callosas y los ojos son
firmes y el gesto es resuelto y el amor es sincero.
Para que un tiple suene con su sabor de casta, es preciso que
esté respaldado por diez generaciones de hachas, que se
estremezca con el recuerdo del abuelo y que se conozca de
memoria todos los senderos de arriería, todas las fondas
camineras, las fatigas del trabajo y las alegrías y penas del amor.

El tiple que descansa en un clavo y recuesta su carga de
bambucos a la blanca pared de la casita campesina, tiene
nuestro mismo apellido y se sabe los nombres de nuestros
seres queridos. Cuando lo tomamos en las manos, nos
parece que acariciamos el cofre de la abuela; la trenza
sin pecado de una novia lejana que se peinaba con la misma
loción con que se peinan la yerbabuena y el tomillo; el rústico
bastón que servía a nuestro padre para apoyar su buena voluntad
y la paz de esas horas en las que Dios llenaba todos los rincones
del alma y la vida era simple y abierta como los corredores,
por donde se entraba el crepúsculo en busca de canciones.

En el tiple están los sueños de los hijos, la juguetona
inexperiencia de los nietos, la oración de la madre, el
retorno del hermano mayor, el canto de un río que se quedó
en la infancia, la copla del arriero, la madrugada de los surcos,
las noches que en Titiribí copaban los socavones para jugarse
al dado una constelación y las serenatas que servían de prólogo
a un nuevo hogar honrado, con manteles humildes, con pan en
abundancia y con la fe colgada como una hamaca entre el crucifijo y los maizales.